En este primer día, nos centramos en la oración de adoración, inspirándonos en las palabras de María: «He aquí la esclava del Señor» (Lc 1,38).
Este momento de la Anunciación es fundamental en la historia de la salvación, donde el ángel Gabriel anuncia a una joven humilde de Nazaret que será la madre del Salvador. María, a pesar de su sorpresa y humildad, responde con fe y obediencia total: «He aquí la esclava del Señor». Su respuesta no es solo una aceptación de su misión, sino un acto profundo de adoración y entrega a la voluntad de Dios.
San Juan Pablo II, en su encíclica Redemptoris Mater, nos recuerda que “María es la primera entre los que, oyendo la Palabra de Dios, la ponen en práctica. No solo escuchó y guardó fielmente la Palabra, sino que practicó lo que escuchó” (RM, 17). Ella nos enseña que la verdadera adoración implica rendir nuestra vida a Dios con total confianza y disponibilidad.
Su "sí" es un ejemplo perfecto de cómo debemos responder a la llamada de Dios en nuestras propias vidas, mostrando que la adoración no es solo una serie de palabras o rituales, sino una actitud de corazón y una entrega completa a la voluntad divina.
El Papa Benedicto XVI, en su homilía durante la Jornada Mundial de la Juventud en 2008, nos dijo: “La verdadera alegría nace de la unión con Dios, de una relación de amistad con Él”. En nuestra vida diaria, estamos llamados a imitar esta actitud de adoración. ¿Cómo podemos hacerlo? Primero, a través de la oración diaria, buscando momentos de silencio para escuchar a Dios y ofrecerle nuestro corazón. Segundo, participando activamente en la Eucaristía, el acto supremo de adoración donde nos unimos a Cristo en su sacrificio. Y tercero, sirviendo a los demás con amor y humildad, reconociendo en ellos la presencia de Dios.
Durante esta novena, busquemos emular la fe y la devoción de María, haciendo de nuestra vida una constante oración de adoración y servicio a Dios. Que María nos guíe y nos inspire a vivir cada día con un corazón abierto y dispuesto a cumplir la voluntad divina.
ORACION
Virgen
María, a tu Inmaculado Corazón
confiamos
hoy nuestras vidas.
Protégenos
como a hijos tuyos.
Condúcenos
de tu
mano.
Enséñanos a
vivir en la verdad,
que es
Jesucristo.
Fortalece
nuestra voluntad
para que
nunca queramos vivir separados de Ti
por causa
del pecado.
Sosténnos
en nuestros compromisos
como
cristianos
bautizados
y haz que
también en nosotros
como en Ti
se cumpla
siempre
la voluntad
de Dios.
Inmaculado
Corazón de
María
sed nuestra
salvación. Amen